El propósito de los actos de adoración es recordar a Dios, el cual es a su vez, el propósito de la existencia, podriamos entonces decir, que por medio de los actos de adoración, alcanzamos el propósito de nuestra vida humana.
Existen 4 niveles del recuerdo de Dios:
1) El más bajo de todos, es el recuerdo con la lengua cuando el alma está distraída. Es el que hacemos algunas veces al repetir el adhkaar en diferentes momentos del día, o durante la recitación del Quran cuando estamos distraídos. Otro ejemplo es el de aquel que reza porque es obligatorio hacerlo, pero no porque tenga la intención o el deseo de recordar a Dios. Similar a aquellos que sonríen cuando se sienten tristes, a pesar de esto, el acto en sí tiene beneficios.
2) el segundo nivel es el recuerdo del alma, pero el recuerdo aún no está establecido firmemente.
3) El tercer nivel, es el de aquel en cuya alma el recuerdo está establecido y es dominante.
4) El nivel más elevado es cuando Dios, El recordado, abarca el alma. En vez de que la persona haga un esfuerzo por recordar a Dios, en este nivel Dios está tan presente en su alma que no necesita llevar a cabo la acción de recordarlo, Dios ya está ahí.
El propósito de recordar a Dios es llevarnos a amarlo más que a cualquier cosa en este mundo, hasta que Su presencia nos abarque completamente. Esta es la alquimia de la felicidad.
¿Pues no es acaso el Recuerdo de Al-lah con lo que se tranquilizan los corazones? (13:28)