Muhyiddin Ibn Arabí

Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ibn ʿAlī ibn Muḥammad ibnʿArabī al-Ḥātimī aṭ-Ṭāʾī 

Nació de padre murciano y madre bereber, en la calle Cubos, muy próximo a la mezquita mayor o aljama de Murcia.​ Cuando muere el llamado Rey Lobo en 1172, la ciudad de Murcia cae en manos de los almohades, de modo que Ibn Arabi, con sus padres y sus dos hermanas se traslada a Sevilla. Sus estudios literarios juveniles transcurrieron entre Lora del Río y Carmona. Tuvo a dos grandes maestras, dos místicas sufíes, Fátima de Córdoba y Shams de Marchena, por las que mostró un gran reconocimiento.​

El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una vida viajera, recorriendo primero su Al-Andalus natal y luego el norte de África visitando a los diferentes grupos sufíes. Más tarde visitó El Cairo y Jerusalén. Después de pasar dos años de emociones espirituales en La Meca, decidió continuar su viaje por Bagdad, Mosul, Konya y Damasco, donde finalmente se estableció durante 17 años hasta su muerte. Su tumba, en la que después fueron enterrados dos de sus hijos, Sobre su tumba, el Imperio Otomano edificó una madrasa en la que se guarda su sepulcro.

Reconocido por la tradición sufí como el mayor maestro, Sheikh Al Akbar, fue un monista integral y un teórico de la unicidad del ser: su obra reconoce en toda experiencia el rostro de Dios y en toda imagen o forma la huella divina. Mantuvo que el mundo se ofrece al hombre como la celebración perpetua de la presencia divina.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse dentro de la ortodoxia islámica, admitió la equivalencia de todas las creencias religiosas, en cuya variedad de rituales y leyes veía formalizaciones singulares destinadas a verbalizar el fervor religioso que habita en los hombres. Al situar dicha experiencia religiosa más allá de cualquier medida moral, negaba de modo implícito la existencia del infierno y afirmaba que el paraíso acogería eternamente a todas las criaturas sin distinción.

Ello le valió la hostilidad de numerosos teólogos sunnitas, entre ellos el sirio Ibn Taymiyya (siglo XIII). Su poemario La intérprete de los ardientes deseos, inspirado por una mujer persa, amalgama figuras bíblicas y coránicas. Por lo que se refiere a sus vastas Conquistas espirituales, constituyen sin duda la enciclopedia más completa del sufismo.

Aunque los estudios orientalistas españoles lo han relacionado con la escuela de Ibn al-Arif y lo consideraron inicialmente más un filósofo que un sufí, los maestros sufíes de muchas órdenes desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por ‘experiencia (espiritual) directa’, al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, «el más grande de los maestros».

Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico-religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes en su obra. Pero es evidente que no es un simple «místico»: el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico-sapiencial de la Sharia (Ley Islámica) – siempre con una cierta visión zahirí como la de Ibn Hazm, pero a la que supera ampliamente – hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su unicidad (que fue bautizada por sus sucesores como la «Unicidad de la Existencia» o Wahdat al-wuyud 

La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Allah como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Él y lo creado – por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos – pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos (Allahu al-asma al-husna). Esta radical separación de Allah y su creación impide su conocimiento racional como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, es decir, de la certificación o Realización de la Realidad (Haqq) de las cosas, que no es otro que Allah. Con Ibn Arabi el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de su elaboración teórica.

Sus obras se cifran en más de 200.  Su obra más importante es el al-Futuhat al-Makkiyya, traducido habitualmente como Las Iluminaciones de la Meca o Las Revelaciones de la Meca, que es un compendio de metafísica islámica, aunque abarca la mayoría de las ciencias tradicionales islámicas en sus más de 3000 páginas. Su otra obra de importancia es el Fusus al-Hikam (Los Engarces de la Sabiduría), síntesis de su pensamiento metafísico, de la unidad de las creencias y de profetología en el Islam.

Otras obras destacadas:

  • Libro del Tesoro de los amantes, Kitāb Dajā’ir al-a’lāq
  • Libro de la Política Divina, Kitāb al-tadbīrāl al-Ilāhiyya
  • Libro del descenso de los astros, Kitāb mawāqi’ al-nuyūm
  • Libro del Viaje místico, Kitāb tuhfat al-safara
  • Epístola del precepto obligatorio, Risālat al-Amr al-muhkam
  • Epístola de las luces, Risālat al-anwār
  • El gran Diwan Al-Diwan al-akbar
  • El intérprete de los deseos, Taryuman al-ashwaq.
  • La contemplación de los Misterios
  • El divino gobierno del reino humano
  • El esplendor de los frutos del viaje
  • Los engarces de las sabidurías
  • Tratado de la unidad
  • Libro de la extinción en la contemplación
  • El Árbol del Universo
  • La maravillosa vida de Du-l-Nun el Egipcio
  • El núcleo del núcleo
  • El secreto de los nombres de Dios
  • El tratado de la unidad
lista medieval de obras escritas por Ibn Arabi

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