SURA 5
Al-Ma’ida (El Ágape)
Período de Medina
SEGÚN TODOS los testimonios existentes, este sura constituye una de las últimas secciones del Qur’an reveladas al Profeta. El consenso de las opiniones la sitúa en el período de su Peregrinación de la Despedida, en el año 10 heg. Su título proviene de la petición de un “ágape celestial” hecha por los discípulos de Jesús (versículo 112), y de la oración de Jesús a este respecto (versículo 114). El sura comienza con una llamada a los creyentes al cumplimiento de sus obligaciones espirituales y sociales, y acaba recordando la total dependencia del hombre en Dios, de quien es “el dominio sobre los cielos y la tierra y todo lo que contienen”. Por ser una de las últimas revelaciones transmitidas al Profeta, establece una serie de preceptos relacionados con los ritos religiosos y con diversas obligaciones sociales; pero al mismo tiempo, advierte a los seguidores del Qur’an en contra de ampliar el alcance de los preceptos divinos mediante deducciones subjetivas (versículo 101), pues esto podría dificultarles la práctica de la Ley de Dios y podría llevarles, a la postre, a la negación de la verdad de la propia revelación (versículo 102). Se les previene asimismo en contra de tomar a los judíos y a los cristianos por “aliados”, en el sentido moral de la palabra: es decir, imitar su modo de vivir y sus conceptos sociales en detrimento de los principios del Islam (versículos 51 ss.). Esta advertencia se hace obligada por el hecho, destacado repetidas veces en este sura– de que tanto los judíos como los cristianos han abandonado y corrompido las verdades que les fueron transmitidas por sus profetas, y por tanto no siguen ya el mensaje original verdadero de la Biblia (versículo 68). Se reprende en particular a los judíos por haberse vuelto “ciegos y sordos [de corazón]” (versículos 70-71, y passim), y a los cristianos por haber deificado a Jesús, en clara contravención de sus propias enseñanzas inspiradas por Dios (versículos 72-77 y 116-118). El Qur’an declara en el versículo 48, dirigiéndose a las distintas comunidades religiosas: “Hemos asignado a cada una, una ley y un modo de vida [distintos]…¡Competid, pues, entre vosotros en hacer el bien!” Y de nuevo se asegura a todos los verdaderos creyentes –de todas las creencias– de que “todos los que crean en Dios y en el Último Día y hagan el bien –nada tienen que temer y no se lamentarán” (versículo 69). La declaración que corona este sura se encuentra en el versículo 3, revelado al Profeta poco antes de su muerte: “Hoy he perfeccionado para vosotros vuestra ley religiosa y os he otorgado la medida completa de Mis bendiciones, y he dispuesto que el autosometimiento a Mí (al-islam) sea vuestra religión”.