SURA 42
Ash-Shura (La Consulta)
Período de Mecca
EL COMIENZO y el final de este sura destacan la realidad de la revelación divina, y el hecho de que todos los profetas, de todas las épocas, predicaron la misma verdad esencial –a saber, la existencia y la unidad de Dios—y los mismos principios éticos: lo cual hace imperativo que todos los creyentes en el Dios Único, cualquiera que sea su “afiliación” histórica, se vean así mismos como “una sola comunidad” (véase el versículo 13 y la nota 14 correspondiente, y también el versículo 15). Por consiguiente, todas las especulaciones cismáticas acerca de la “naturaleza” de Dios “carecen de valor ante su Sustentador” (versículo 16), porque “nada hay que se asemeje a Él” (versículo 11), y, por lo tanto, no existe nada que nos permita definirle. Y dado que Dios es indefinible e inescrutable, el hombre no puede siquiera comprender la verdadera naturaleza de Su actividad más allá del hecho de que Él ha impuesto en toda la creación la ley de causa y efecto –de forma que en la Otra Vida el hombre sólo puede recoger “lo que sus propias manos han obrado” en este mundo.
La palabra clave por la que ha sido conocido siempre este sura se deriva de la frase shura bainahum (“consulta entre ellos”) en el versículo 38, que define uno de los principios sociales básicos que deben caracterizar a la comunidad de los verdaderos creyentes.