SURA 25
Al-Furqán (El Criterio de la Verdad)
Período de Mecca
APENAS si existen dudas de que este sura pertenece al grupo intermedio de las revelaciones de Mecca, y que es casi contemporáneo de Mariam (que puede situarse cronológicamente en el año quinto, o comienzos del sexto, de la misión del Profeta).
El título por el que ha sido conocido siempre –Al-Furqán– define en esencia el tema central de este sura: a saber, la declaración de que el propósito de todas y cada una de las revelaciones divinas es suministrar al hombre un criterio estable de lo verdadero y lo falso, o de lo correcto y lo incorrecto y, al mismo tiempo, una norma de valoración moral vinculante para el individuo y la sociedad. Consecuente con esta proposición es el hincapié en la humanidad de cada uno de los enviados que Dios ha hecho llegar al hombre (versículo 20), que rebate el falso argumento de que el Qur’án no podía haber sido inspirado por Dios porque Muhámmad era sólo un ser humano mortal que compartía las necesidades físicas de todos los demás mortales y que tomaba parte en todas las actividades humanas normales (versículos 7-8).
Implícitamente, se asigna a la revelación de la escritura divina la misma categoría de majestad en la actividad creadora de Dios que a todos los fenómenos visibles de la naturaleza (véase, p.e., los versículos 2, 45-54, 61-62, etc.). Pero los hombres no se someten fácilmente a esta guía divina; de ahí que en el Día del Juicio el propio Profeta ponga de relieve que muchos de sus seguidores «han llegado a considerar este Qur’án como algo que [habría que] descartar»
(versículo 30): una afirmación de especial significación en nuestro tiempo.